domingo, 17 de abril de 2011

Cambios


Ahhh... benditas etapas de cambios. Duele el solo hecho de respirar... tengo Thanatos a flor de piel... mi pulsión de muerte le está ganando otra vez a Eros. Estoy cansada. Sedienta de un poco de paz... cansada de luchar contra todo y que los cambios siempre sean dolorosos...
Aquello que hoy me mantiene con vida es también lo que a la vez me hace miserable, lucha conmigo y en mi contra, como una enfermedad maligna o un aliado silencioso cuya única razón de existencia es prolongar un poco más el dolor para seguir viviendo, para poder sufrir... seguir con el dolor. El dolor lucha por seguir, y la vida también, todo intenta seguir su curso mientas a mi me tienen girando de un lado al otro, cansada...
Ojalá los cambios sean ¿cambios? y no más la misma canción que tarareo cada vez que me levanto... cada vez que abro los ojos... cada vez que te veo... quiero que el cambio sea cambio. Doloroso al fin, pero cambio... tal vez ésta vez llegue a soportarlo, solo si se que en el fondo no será más de lo mismo, y que cuando quiera acordarme me de cuenta que todo sigue igual, el mismo discurso pero con palabras diferentes: Me duele pensar que siempre pasa eso... no quiero creer... o mejor dicho, quiero creer que hay otra cosa aparte de ésto. Que hay algo posible... que hay algo... algo para mi...
Simplemente algo, con mi nombre... y mío. 


sábado, 9 de abril de 2011

Ajenidad


Hoy me siento extraña. Totalmente ajena, diría yo en otras circunstancias, cuando la razón es la que predomina. En verdad, hoy mi existencia material pasa por pensar... pensar y pensar... no puedo despegarme del plano del pensamiento. Siento el dolor, pero muy lejos... tan lejos que dudo de si ese es MI dolor... no logro reconocerlo y no se si es bueno o malo. Mi alma sufre, llora y ya no puedo sentirla... las letras no son suficientes para expresarlos, las palabras no alcanzan, las expresiones se quedan cortas. Quisiera que pudieras entrar en mi y averiguar qué me pasa... que por un momento pudieras salirte de tu mundo y ayudarme a salir de este suplicio.
Estoy cansada, el cuerpo no acompaña la mente... ya estoy sintiendo el paso del tiempo, siento que ni la medicación alcanza para mantenerme de éste lado. Y sin embargo aún no te has dado cuenta de nada, y sigo esperando a que gires la cabeza hacia mi y con la mirada entiendas todo, logres develar los acontecimientos y acabes con mi dolor...



lunes, 4 de abril de 2011

La Muerte




Y por fin la vi. Estaba frente a mí, acercándose, segura y sigilosa. Ahora si me tenía bajo su manto de perdición: estaba arrinconada, ésta vez no había escapatoria, había llegado mi final.
Mientras mi aliento se volvía frío, seco, pausado y casi imperceptible, la Muerte me miraba a los ojos. Estaba deseosa de poder llevarme. Sonreía. Ésta vez sería suya eternamente. Conforme se acercaba a mi cuerpo sin vida, no podía evitar sentirme aliviada. Al final, había obtenido lo que quería, ella solo estaba a unos pasos de mi, yo estaba a su merced. No había un diálogo entre nosotros porque la Vida ya lo había dicho todo por ambas. No teníamos secretos. Ella sabía cómo me habría gustado irme... siempre lo supo. Quería que fuera elección mía, y de ella; quería que su capa me cubriera suavemente, sin prisa, que me levara a donde solo ella sabía que yo debía estar.
Ya era hora. Se quedó mirándome. No podía esconder su satisfacción... había logrado traerme hacia ella y no había necesitado demasiados artilugios. Sabía que nos necesitábamos la una a la otra. Eramos las dos quienes nos mirábamos como pares, entendiéndonos sin palabras. Una suave brisa inundó la habitación, era placentero sentirla... estaba extasiada, comenzaba a sentirme en casa. Tanto trabajo, tantos intentos, tanta lucha por encontrar mi lugar y ahí estaba, a escasos segundos... solo me quedaba exhalar por última vez, liberarme de todo aquello que me ataba a la Vida y entregarme completamente...
Ambas sonreímos felices. 
Y cuando estaba a punto de extender mi mano, sentí como era tomada en brazos. No, no era la Muerte... ella también reflejaba en su rostro tanta incomprensión como yo. Había alguien más que nosotras en la habitación... alguien cálido, suave, único. Esa persona estaba conmigo, cuidándome, protegiéndome... me estaba volviendo a traer entre los vivos... 


domingo, 3 de abril de 2011

Angel y Demonio







Como el fénix que alguna vez resurgió de las cenizas... otra vez estoy aquí, volví para quedarme, para vivir intensamente todo aquello que no pude vivir antes, donde los muertos no me dejaban liberarme de las dulces cadenas de la soledad...
Otra vez esa extraña sensación golpeó mi puerta, pero ésta vez es diferente... solamente tú sabes lo que me haces sentir, y todo lo que pasé para hoy poder verte, sentirte y dejarme querer por tu alma...
ya se que no voy a estar sola nunca más, y también se que mis cadenas se transformaron en el humo de 
un cigarro con sabor a felicidad, antes tan amargo y ahora es mejor que el mejor de los habanos...




Mi Veneno, Mi Pecado, Mi Todo.



Si, eres mi más dulce pecado, mi perdición y lo más delicioso de todo aquello prohibido... me encanta el veneno de tus besos y tus dulces caricias que parecen creadas por la muerte cuya sobrenaturalidad se hacen notar en mi piel, fresca y pálida, cuando se eriza con tu cercanía... 
Eres mi veneno, mi pecado... eres mi todo. No soy capaz de concebir la vida sin tu aroma, sin el hermoso sabor de tu piel; es insoportable esa idea de sólo pensarlo. Intento evitar recordar esos momentos en los que creí perderte, donde mi vida terminaba y el último aliento contenía tu nombre. Nada más allá de tu alma me hace más feliz... eres mi droga, eres quien me hace vivir y quien puede hacerme morir en un instante. Eres la cura, la salvación y también eres mi sentencia... me has condenado a vivir amándote por el resto de ésta vida mortal y más aún en las vidas que vendrán.