Estoy rota. Siento que algo dentro de mi está mal, corrompido... El suelo se abre ante mis pasos y los edificios se desmoronan lentamente...
Con cada suspiro, todo va cayendo, desintegrándose. Ya no queda nada. Estoy rota. Estamos rotos los dos. Ya no queda nada de aquello que nos unía; se ha ido desvaneciendo cada instante, cada palabra, cada sentimiento. Antes éramos uno y ahora somos pedazos. Extraño esos momentos de plenitud. Necesito sentirme así nuevamente... pero no creo poder hacerlo sola, no ésta vez. Te necesito y no estás conmigo. Te llamo y no me contestas... te hablo y mis palabras se van con el viento, perdiéndose en el inmenso vacío que hay entre los dos. Ya no me queda nada más que llorar... ahogarme y desahogarme, como en un eterno sufrimiento casi teatral... morir y revivir miles de veces para continuar sintiendo éste dolor. Ya no hay pastillas que puedan calmarlo. Ya no hay tiempo que pueda hacerme olvidar lo que pasó... no creo que quede nada más que tormentos y dolor... Maldita la hora en que tuve que dar una respuesta. Maldita la hora en que te hablé. Maldita la hora en que me hiciste feliz. Maldita sea la hora en que te prendiste a mi corazón.