viernes, 14 de octubre de 2011

Café gris

Ella lo mira, lo observa con detenimiento, mientras su cabello vuela con el viento, y no hay forma más sutil de sentir su aroma. La brisa de aquella mañana era perfecta. Dejaba percibir toda la mezcla de fragancias de forma particular. Esa distancia que los separaba, tan corta, pero tan eterna, no podía hacer desaparecer los aromas que se entremezclaban entre sus cuerpos. Ellos seguían fluyendo, libremente, como si la distancia fuera inexistente, como si lo físico y lo imaginario fueran solamente divagues. Él sorbió un poco de café, mientras ella removía sus cuadernos. Sabía que luego del último trago, él se levantaría, como cada mañana, dejaría su propina y se iría. Sólo le quedaban cinco minutos. 
Era un día de lo más gris, pero en cierta forma era perfecto, aunque no encontrara palabras para decirlo. No era lo suyo. Era tímida, cautelosa y demasiado sincera. Su especialidad eran los capuccinos, pero aún así, todas las mañanas pedía un café negro, solo para tener un motivo de conversación. Un cortado, con tres sobres de azúcar. No le gustaba el café negro, y menos con azúcar. Odiaba ese lugar casi la mayor parte de su día, salvo esa media hora magestuosa que pasaba cada mañana. Intentó tomar el café pero no pudo. Siguió pensando.
¿Qué pasaría si las cosas fueran diferentes? Si fuera más extrovertida, más simpática o interesante... No, ya había hablado consigo misma de eso,y la conclusión era la misma: siempre sería la clase de persona que no tiene nada interesante para contar, o nadie ve nada interesante y por eso no le preguntan... es algo mutuo. No habla, no le hablan. Esa era una buena definición. Se acomodó en el asiento, pronta para verlo salir. Aún no se movía. Raro. Él era muy puntual... pero seguía mirando su taza, aunque vacía, con una mirada un tanto extraña. Pidió al mozo otro café. Eso no estaba en los planes, ahora era diferente. No estaba dispuesta a soportar el doble de la dosis de café normal, no si podía evitarlo. Rayos. Rayos, rayos, rayos. Tampoco deseaba parecer una tonta, sentada mirando el cuaderno sin tomar nada... 
En fin, después de un rato, se empezó a preocupar. Algo era diferente, lo sentía. él seguía allí, expectante. ¿Estaría esperando a alguien? Bueno, nunca lo acompaña nadie... podría ser. Daría lo que fuera porque la estuviera esperando a ella. Si, era extraño, pero sólo con estar cerca de él diariamente, se sentía parte de él... aunque eran muy lejanos. Finalmente, luego de seguir sus pensamientos, se dió cuenta que tenía al mozo a su lado. ¿Le traigo algo más, señorita?. No esperaba eso. Pensó. El hombre esperaba respuesta. Finalmente, se decidió. Un capuccino, fue su elección.
Él levantó la mirada. Ahora tenía la excusa perfecta para hablarle. Siempre pidiendo el estúpido café. No sabía quién lo había pedido primero. A él no le gustaba, y ella parecía detestarlo. Ella le dió la idea exacta. "También quiero uno" dijo él, pasándose a la mesa de la dama. Al fin.

1 comentario:

  1. Mmm... qué escena, a mi me hubiese encantado que algo así me pasara <3
    dime, ¿es una experiencia personal? x3

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